Lágrimas reservadas

Son incontables las veces que hemos derramado lágrimas por alguien, son muchas las ocasiones en las que he tenido que esconderme en un rincón a solas para desahogar mis penas y no permitir que mi corazón se quede con esa amargura que lo envuelve. Ayer mientras buscaba en mi cajón encontré tu primera carta de amor. Y aunque creí que ya, el tiempo había curado mis entrañas, volví a lastimar esa herida que me hiciste en el corazón.

Es normal que crezcamos, que nos relacionemos y olvidemos las cosas que  nos hacen mal. No es un pecado discernir entre lo que te hace bien y lo que te hace mal, y eliminar eso que te hace daño. Yo, sinceramente creí haberme curado, creí haberme recompuesto, creí haberme vuelto invencible. Pero NO, está demás contarles como me desarme cuando leí las líneas que expresaban con tanta ternura que nuestro amor sería eterno. Derrame esas lágrimas que al parecer las reservaba solo para ti, mi vista se nubló al leer la descripción de un amor verdadero, de un amor real, de un amor infinito…que se supone que duraría hasta el final.

No podía creer como estos corazones se separaron, no podía creer como simplemente todo había terminado. Que existan todavía pedazos de textos de lo que fue lo nuestro, sencillamente me sorprendió…me apuñaló por  la espalda ese sentimiento, de querer volver a vivir lo que juntos vivimos, de vivir la vida de una manera tal, que este mundo podría desvanecerse y sin embargo tu y yo juntos permaneceríamos, nuestro amor nos hacía sentir dueños del universo, era mágico, era solo de nosotros, era fuerte, valiente y capaz de sobrepasar todos los obstáculos.

Éramos la esencia de un amor puro… ahora solo quedan esas lágrimas reservadas que guardo dentro mío, solo queda esa nota de amor que ignoraba en mis pertenencias, solo queda una promesa de un para siempre y dos almas divididas en otras dimensiones. Solo queda recomponerme de nuevo y alzar la cabeza, estrujarme los ojos aguados y seguir buscando lo que necesitaba de ese cajón. 


Lizbeth Hernández



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