El amor, la soledad y mi camino…

Salí a oscuras una noche fría, confundida y perdida. No sabía lo que mi vida valía, salí a buscar eso que no me dejaba dormir. No tenía sentido, no sabía lo que buscaba, no sabía de su forma, ni el espacio que ocupaba, ni su color… no había ni una pista en mi mente de lo que quería. Solo sé que salí a penumbras aquella noche de otoño, porque no sabía qué hacer, la angustia de vida me mataba, creía que morir era mi única salida, pues ya había vivido demasiado tiempo sin encontrar mi verdadera pasión…

Con el avanzar de mis pasos meditaba, acompañada del sonido de los insectos de esos que revuelan entre las yerbas, cerca de casa. En el camino, pensé para mí: ¿Qué es lo que necesito en mi vida? ¿Qué es lo me hará falta para querer seguir viviendo? Mi mente de inmediato busco una respuesta: AMOR, amor… esas sencillas cuatro letras que encierran un significado tan profundo…que desde los tiempos más remotos se viene buscando el verdadero significado de la palabra. Unos dicen que nunca se sabrá que es el amor hasta que se viva con el cuerpo y el alma, otros sin embargo creen que es pura mentira, que solo se lo inventaron para entretener a las personas. Pero existen también los que nos son correspondidos que creen que es una maldición, algo terrible y que los hace sentir desdichado al no poder vivir con esa persona, al morir de dolor y no encontrar su verdadero sentido de vida.

Y estoy yo, aquí, pensando y caminando, quiero descansar, estoy agotada, me siento en un banco solitario del parque, no hay nadie solo yo y los grillos que resuenan con su canto…sigo pensando en que no necesito eso que mi mente cree que es la salida. Pensando que esa no es la solución, que debe existir algo que va más allá y que es mil veces más poderoso que el amor… no encontré ninguna respuesta en mi corta meditación. Puesto que el amor se encontraba de una manera u otra en todas las formas posibles de vida.
Existen diversas formas de amor, cuando vives amas las cosas, ya sea amar las cosas que haces, amar a las personas que te rodean, amar a tu Dios, en fin amar es una rutina. Como si Dios nos hubiese creado con el fin de, ser el amor, nuestra razón de existir; lo puedes conjugar  de todas las formas siempre estarás amando algo o a alguien, vivirás en ello durante todo el camino de la vida… es que el amor es el único sentimiento que se transforma para crearlos todos, es el principal, las demás cosas que hacemos solo dependen de ello.


En mi concentrado pensar, la tristeza me invadía, no conocía ese amor que necesitaba, viví mucho tiempo solo pensando en mi y nunca me dedique a amar nada, ni siquiera a mi misma… mientras los demás si lo tenían, pensaba que todas las personas a mi alrededor eran felices y habían encontrado algo por que vivir, ya no aguantaba más ésta desdicha ya mi corazón se rendía. Se rendía ante la esperanza de sí podría encontrarlo algún día… ya no era fuerte, había perdido esta vez la batalla contra la vida, y fue ahí justo en ese aislado banco frío en el parque solitario y oscuro, cuando mi corazón detuvo su lucha, ya no había inspiración para seguir latiendo. Fue una muerte como dirían muchos… premeditada fue  una muerte vaga y rendida ante una tristeza y una obsesión por vivir… mi vida se terminó ahí, como siempre temía, mi muerte seria acompañada nada más que de la dulce soledad que me acompaño en estos largos años de vida vacía y que nunca más quiso dejarme, era mi amiga fiel, hasta aquí en los momentos más amargos y tristes, en los momentos que mi corazón ya dejo de latir, ella me consuela.
Lizbeth Hernández


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